No es una mala reflexión
El caso es que en esta noticia, al menos tal y como viene descrita, los sentimientos no tienen nada que ver. Según he leído, fue conocerse e ir a enrollarse a un edificio cercano, sin mediar demasiado rato. Para mí eso se llama deseo y, según me dicta mi sentido común, el deseo no entiende de religiones, verdades o mentiras.
He estado en Israel y, desde fuera, viven en un estado militarizado desde que nacen. Acompañan a los niños al colegio con fusiles, en cada bar ha de haber, al menos, un camarero con un arma, en cualquier calle, tienda o parada de autobús puedes encontrarte con un chaval/chavala jovencitos, uniformados con una metralleta colgada. Comprar patatas, por ejemplo, al lado de dos tipos armados de mal humor, no es una experiencia recomendable. Hasta para acceder a centros comerciales tienen tornos y seguridad armada que te miran eternamente mal. En fin, que están más para allá que para acá.
¿Cuántas relaciones no se inician con pequeños engaños?
Y se mantienen...