Comprendiendo mejor al hombre
Después de tener sexo me gusta abrazar y acariciar por un rato a mi pareja, apapacharla. Sin embargo es importante que sepas que, al menos en mi caso, un rato después, 15 o 20 minutos más o menos, siento el impulso de dos acciones muy determinadas: la primera y más frecuente es la de levantarme e irme a la sala a leer o simplemente a meditar y escuchar música. La segunda y menos frecuente es que el deseo sexual vuelve a tomar impulso. Tenerla abrazada, sentir su aroma impregnado de sexo, su piel cálida y suave, así como el reciente y todavía palpitante encuentro placentero recién concluído, me llevan, inevitablemente a desear de nuevo penetrarla, después de una buena sesión de preliminares, repitiendo la sesión amatoria de menos a más, sin prisa, prolongando al máximo el mágico momento. He de confesarte que ninguna de las dos acciones son tan bien recibidas por ella y entiendo que tiene razón. Para ella no todo es sexo, le gusta el mimo y el apapacho sin que necesariamente todo termina en cogida. Por ello he aprendido a prolongar por más tiempo el permanecer con ella, sin alejarme, a pesar del impulso que te he comentado, ni a acosarla con otro encuentro sexual, a menos que reciba alguna clara señal de que ella también lo desea, lo cual sucede de vez en cuando. Espero te resulte interesante mi respuesta. Un saludo.