Es complejo
Los varones humanos experimentan un periodo refractario tras la eyaculación, por el que son temporalmente incapaces de encadenar varias relaciones sexuales con la misma compañera, requiriéndose un tiempo para la recuperación completa de la función sexual. El efecto Coolidge es un fenómeno por el cual el periodo refractario post-eyaculatorio se ve reducido o eliminado si se encuentra disponible una nueva compañera sexual. Este efecto ha sido citado por biólogos evolutivos como la razón por la que los machos muestran un mayor interés que las hembras por mantener relaciones sexuales con el mayor número de compañeras posibles. El biológo Richad Dawkins tb justifica este comportamiento masculino con su hipoteis del gen egoista, según la cual al macho le sale bastante barato dispersar su semilla y a cuantas más hembras preñe, mayor cantidad de su patrimonio genético quedará para la posteridad. Obviamente, a las hembras no nos sucede lo mismo. Una cría es mucho esfuerzo, se suelen tener de una en una y si se puede, hay que engancharse a un macho para que colabore a medio plazo, por lo menos.
Estas teorías, a mi entender, explican desde un punto de vista biológico la infidelidad masculina y la tendencia femenina a la monogamía, al menos a la monogamia sucesiva y el motivo por el cual los hombres, en general, se manejan mejor por estos lares y son capaces de implicarse emocionalmente menos con la nueva adquisición cuando son infieles que nosotras, que solemos pringar, queremos cambiar al marido por la novedad, no se nos arregla y nos histerizamos y bla,bla,bla. Obviamente esto es muy general y una especie como la nuestra se ve influida por imperartivos biológicos, pero también culturales y no me cabe duda de que algo se está moviendo ultimamente en la infidelidad femenina, pues cada vez hay más féminas, ya no son anecdóticas, que lo ven con algo lúdico.
