Cada vez que pienso en este tema... pienso en mí mismo...
“Quiero odiarte, porque aún te amo”
¿Sabes a lo que me refiero? Es una de esas etapas complicadas en un noviazgo. Una de esas etapas frágiles, donde no sabes cómo salir ileso, puesto a que después de tantos golpes, cualquier camino que tomes, te perjudicará.
Cuando sabes perfectamente que la relación ya no puede seguir más, y por ende, debes dejar ir a esa persona que conociste, con la cual compartiste recuerdos, fragmentos de tu vida, experiencias… pero esa persona fue lo único que te hizo sentir realmente vivo, la idea de perderla completamente, te asusta hasta la muerte.
Es increíble lo distante que puedes sentirte de esa persona, a pesar de que estés con ella de frente, todo debido a lo que no se están diciendo. Como si se ignoraran por completo. Es como si realmente, no estuviésemos allí. Solo somos dos fantasmas tratando de entender por qué nos hemos vuelto tan fríos.
Cuando llega el momento de hacer una decisión difícil en ese mismo instante, es como si a tu cerebro le gustase paralizarse por completo. Como si no pudieses tomar una decisión, porque de cualquier forma, vas a salir perdiendo. Me di cuenta de que no siempre se puede tomar la decisión correcta… a veces, ni siquiera se trata de tomar un camino correcto, se trata de tomar una decisión.
Parece como si al final de todo… estuviésemos bailando una canción que ya ha terminado.
Como si nos moviésemos sin acercarnos.
Ya no hay ninguna conexión... Y todo lo que creía conocer, ahora simplemente, se esfumó.