Hace algún tiempo conocí en Madrid a un Argentino que estaba de paso. La primera impresión mutua fué buena, tanto que invitaba a un nuevo encuentro y así lo acordamos. Pero por un malentendido provocado por terceros nunca llegó ese encuentro. Cuando pudimos aclararlo él ya estaba de vuelta en su país. Para él saber que la idea que se había hecho no era correcta supuso incialmente mucha rabia que, luego con el tiempo, se convirtió en una cierta esperanza de que se nos diera una nueva oportunidad y, finalmente optó por la frase "déjalo que fluya", lo que tenga que ser será. Y hasta hoy. Han pasado más de 6 años. Cada cual siguió su vida, como es normal, y no nos hemos vuelto a ver. Los mails que al principio eran diarios, hoy se han quedado en una felicitación por navidad y ya está.
Para mí, en su momento, el no-encuentro y el saber después los motivos, resultó frustrante. No entendía por qué la vida, o el destino, o Dios o en lo que se quiera creer había tenido el capricho de que nos conociéramos, a penas un par de horas, para luego nunca más volver a vernos. El decía que aunque no pudiéramos entenderlo, todo tiene su porqué.
Algún tiempo conocí a otro chico. También fué una muy corta relación, ya no fueron dos horas, sino 2 días. Todo parecía ir bien y de pronto simplemente desapareció. Otra vez yo no entendía nada y me refugié en las palabras de mi amigo argentino, "todo tiene su por qué". Quizá tenía que pasar por estas experiencias para llegar a algo maravilloso que me esperaba, quizá. Y llegó.
Conocí a alguien nuevo y me enamoré como una tonta. En mi locura quise relacionar lo anterior con esta nueva relación y pensé "ya sé el por qué de aquello". Resultaba que este chico era nacido también en Argentina y además tenía en común con el segundo la misma profesión. Quizá si no hubiera conocido a los dos anteriores y no me hubiera parecido curiosa la coincidencia, no habría despertado mi interés por él en el primer momento. Ya sé, es una estupidez, pero no hay nada peor que no entender y nos refugiamos a veces en estas cosas, el destino, la fé..
En fin, después de 5 años con ese chico, metida en una relación tormentosa en la que amé como nunca, pero también sufrí como nadie, un buen día me dejó. Y me quedé mal, fatal.. Y no cuento más de ésto porque ya han pasado más de 2 años y no he sido capaz de recuperar mi vida.
Y ahora me pregunto, ¿realmente todo tiene su por qué?. No es posible que todo lo que he pasado tuviera como fin que me convirtiera en el ser triste que ahora soy. Y si ese era el objetivo ¿por qué yo?.
A pesar de todo aún sigo esperando que un día cualquiera me sorprenda algo maravilloso al doblar una esquina... pero pasan los días uno detrás de otro y empiezo a cansarme de esperar. Quizá no era buena idea dejar que fluya, quizá cualquier día de estos me arme de valor y salga yo a sorprender a la vida y no esperar más que sea ella quien me sorprenda.
Es sólo una historia más. Gracias por leerme.