Carta abierta para mi amiga sandra
Amiga Sandra (que no sandrita), no permitas nunca que no te llamen por tu nombre.
Yo también fui otra como tu, a lo Sócrates por la plaza del pueblo. Como tu, sentía que ni Dios me entendía creo que desde que nací. Cuando aprendí a leer un día pregunté a mi padre qué significaba ese eslogan en la vieja peseta de Franco, el generalísimo y por la Gracia de Dios. Nunca supieron responderme esa pregunta. El decía que era el más general de todos y yo le preguntaba entonces qué era un general ¡pues un general me respondía!. Y como no respondía entonces le pregunté que quién era Dios, y el me decía que eso era muy complicado y que le dejase en paz que...ironías de la vida ¡le estaba volviendo loco y era una pesada!.
Y como no respondía yo hacía mis deliberaciones y llegaba a la conclusión de que igual se trataba de un hombre que se llamaba así, como ese Franco, y que al ser gracioso de ahí lo de por la gracia de Dios, osea que Dios era gracioso amiga. Pero ¿Qué tenía que ver el generalísimo Franco con ese señor llamado Dios que era gracioso?. Dudaba y dudaba, y lo mismo un día en la comunión de mi primo iba a la iglesia y veía el nombre escrito de "Esta es la casa de Dios". Entonces yo pensaba que ese señor gracioso vivía allí. Y lo mismo le preguntaba al cura, oiga ¿aquí vive ese Dios gracioso?, probaba a ver qué me respondía para saber. La cara del cura imagina (hoy). ¡Pero niña cómo dices eso!.
Yo no entendía porqué diablos me reñía todo el mundo por preguntar, otros se reían a carcajadas diciendo ¡que cosas tiene esta niña!. Pero yo no entendía nada del porqué y me sentía ofendida y que preguntaba cosas muy raras al parecer. ¡Qué rara era yo sandra!. Erre que erre, al final así fue como me dí cuenta que mejor no preguntar en casa, ¡cualquiera se atrevía!.
Cuando comencé preescolar, una monja se quejaba por lo que hablaba y decidió ponerme un esparadrapo en la boca y sentarme junto a ella, le aborotaba toda la clase decía. Cuando llegué a primaria a mi me dijeron que allí sí que se aprendía, y yo vi el cielo abierto, pensaba que igual me iban a responder allí al fin. No querida amiga Sandra, me dediqué a leer el pensamiento de los demás.Me seguía haciendo preguntas y preguntas y allí nadie me daba respuestas a nada, la cuestión es que ellos tenían la razón suprema y yo no tenía derecho a cuestionarla, y riña y riña y eso que yo era educada. Al final aprendí a no levantar la mano nunca aunque me interesara el tema por miedo a que me regañaran con mis preguntas y no tenía interés alguno para mí aprobar o no, sólo me preocupaba la riña en casa y la del profesor y yo era calladita y no levantaba la mano.
Pero un día ocurrió algo muy significativo, aprendía romper barajas amiga.
Veras, yo me las ingeniaba para ver la tele tras la cortina, y un día vi una escena de una peli. Era un tal Hither y se veía un señor decir ¡hey hitler!, y levantando la mano. Me quedó esa imagen grabada no sé porqué. En el colegio, había un cura que era un pesado impresionante. Yo me fijaba que nunca nos miraba, se ponía a leer un libro seguido y sin descanso ¡una hora seguida! Leyendo amiga. La fila de los gamberros tiraban arroz por un boli para atinar en la calva y aunque acertaban de vez en cuando, oye el profesor no se enteraba de nada, se hacía el sordo y seguía. Otros se dedicaban a dibujar con disimulo, otros nerviosos en los asientos con la pierna entre el trasero y moviéndose nerviosos. ¡todos aburridísimos y sin enterarnos de nada!.
El profesor de religión nos miraba como si fuéramos basura, o así me sentía yo, un mueble inservible. Algo desproporcionado, yo no podía más Sandra, me empecé a sentir fatal, una angustia tremenda, también por mis compañeros, cada vez más. Pasaba la lista al empezar sin siquiera mirarnos y teníamos que levantarnos y decir presente.
Un día al leer la lista yo solté de repente, ¡hey Hitler!, me acordé de eso de la peli amiga. La clase se quedó muda, y a mí me dijo que me fuera al pasillo. Oye Sandra ¡que alivio!. Me salió bien la ocurrencia, yo me sentía mucho mejor en el pasillo que dentro. Un día pasó el profesor de Gimnasia y extrañado me preguntó ¿Qué haces tu aquí?. Me deshogué con el y mi alegría fue infinita cuando me comprendió. ¡No me lo podía creer!. Así en esa hora yo me iba con el al Gimnasio y empezó a encantarme hacer deporte.
Pero amiga Sandra iban apareciendo más compañeros por allí, y cada vez más y más. Todos felices, contentos y aliviados. Pero amiga Sandra ¡que problema!. Al final poco a poco casi era toda la clase. El profesor de Gimnasia era comprensivo y entendía nuestra causa, pero por otro lado, yo leía su cara y no sabía que diablos hacer con lo que estaba pasando. Veía su preocupación y yo me sentía responsable en ello y por otro lado, cada vez que soltaba el ¡hey Hitler! para que me echara de clase me daba pena porque la clase se iba a quedando vacía y la cara del cura era de acordarse de toda mi familia.
También me sentía responsable por cómo se sentía el cura y su soledad. Veía a mis compañeros contentos y felices. A cada cual se le ocurría algo para escaquearse de ese infierno y al final nos reíamos mucho, pero a mi me daba pena del cura ¡Cómo resolvía yo aquélla que había liado!. Por otra parte, pensaba que igual se lo diría a mis padres y se iba a liar más gorda aún, y encima me sentí siendo el centro de las miradas siendo muy tímida, y no sabía donde diablos meterme yo. Sólo sabía que había liado algo impresionante y no sabía cómo resolver tanta incomodidad y dejar de sentirme culpable, pero jo Sandra no sabía qué diablos había echo yo, y me volvía loca pensando.
Sólo estaba aburrida y me sentía como un mueble, no me interesaba ese Dios gracioso jajaja. No sabía quién era ese Hither y ni siquiera qué significaba la palabra dictador, yo probé lo que vi y me salió como en la peli. Lo que no esperaba es la que se había organizado. Qué angustia, me sentía culpable por todo y moralmente no me arrepentía nada. ¡qué lio!.
Al final amiga Sandra, resolví no pronunciar más la frase para que me echara, me daba pena. Así volví al redil, y quería mucho al profesor de Gimnasia, pensé que si yo volvía otros también lo harían. Pero amiga, resulta que una parte me vió como traidora y me criticaba, y la otra me preguntaba que ¡como hacía eso!. Yo les decía que me daba pena, y algunos sí me entendieron y se sentían también culpables. Y yo me comía la cabeza para saber qué diablos había pasado, si yo sólo estaba aburrida, me hacía sentir de pena el cura como si fuera basura y no me enseñaba nada... Oye ¡qué malo tenía que me dejaran en paz en el pasillo a mí!.
Al final amiga Sandra, yo sí, volví al redil, pero me negué a rellenar la hoja del examen, no me importaba nada el suspenso. Fue una manera de decirle a ese Dios gracioso, oiga yo no le dejo solo pero ese Dios de usted no lo soporto y no necesito que me apruebe porque tengo la razón ¡me estaba aburriendo y me trató fatal!. Ea! Jajaja.
Querida amiga Sandra, al final no sé si el cura al fin entendió o no, el caso es que me aprobó ese curso en el que fui una insumisa, pero a todos eh!. Menos mal porque yo me sentía responsable de todo sin saber qué de malo había echo yo. Al curso siguiente no volvió el cura. Así aprendí a detestar los dioses amiga, también aprendí a ir por la plaza a lo Sócrates porque ni en mi casa ni en la escuela me respondía nadie. Sólo mi amigo el profesor de gimnasia y luego conocí a dos más en toda la primaria, yo me sentía la más rara entre las rarezas.
Ni te cuento la baraja que rompí en secundaria. Un día a una profesora de historia que me caía bien y me atreví a levantar la mano le pregunté que cómo sabía que era verdad la historia que se contaba en el libro. Para mí era como leer un cuento y mis padres que habían dicho que los cuentos no eran cosas que sucedían de verdad. Mi pregunta era del todo lógica, y además yo la llamaba por su nombre señorita xxxx me gustaría hacerle una pregunta. Dime...yo pues oye le preguntaba. Ella se miraba como si le hubiese preguntado algo rarísimo y me decía que ¡porque lo decía en el libro!. Y yo no entendía nada Sandra, también yo los leía pensaba...¿Qué me dice esta mujer?. Y vuelta, sí pero yo también...uff, amiga Sandra, al final me trataban fatal por preguntar ¡niña no molestes más¡. Decían que les volvía locos y que yo les trataba mal, pero yo amiga Sandra me sentía fatal y no sabía porqué diablos mis preguntas molestaban tanto a la gente, yo nunca chillaba, ellos sí a mí.
Amiga Sandra, no te preocupe el fracaso escolar, es que el mundo es muy raro. En estos tiempos, lo mismo un día le dicen a tu madre o padre que su hija está afiliada a algún grupo sospechoso de neonazis, lo mismo le dicen que eres boba para aprender, lo mismo no entienden como eres capaz de sacar un sobresaliente un trimestre y suspender al siguiente, o incluso a pesar de cortar barajas le digan que su hija es una niña buena y pacífica porque aprendió en el cole a no levantar la mano, (como a mí), o puede que le digan que eres demasiado traviesa.
El lado divertido amiga Sandra, es que se pasan la vida tirándose los trastos a la cabeza unos y otros. Que si la culpa es de la familia, la familia que si la culpa es de los padres, y en medio mil enciclopedias, pero amiga, a mi me enseñaron a no preguntar en mi casa y en el colegio a no levantar la mano, de ahí mi gusto por el vecindario y los vecinos como te ocurre a ti jajajaja.
Eso sí amiga Sandra, no creas que es verdad eso de que estás en un país libre, yo lo leí en mi adolescencia en la Constitución ¡menudo folletín! pensé. Yo tenía supuestamente derecho a la integridad moral, al libre pensamiento, a no ser discriminada por razón de creencias, ideología, de todo amiga, pero agárrate sólo me dejaron ejercer ese derecho en el vecindario, no donde en teoría yo tenía que aprender. La vida me ha dado muchos palos, uno gordísimo que me ha costado la salud, pero sabes Sandra, ni en Europa entera con su adelanto en libertades me dan a mi lecciones acerca de libre pensamiento e integridad moral. Me tuve por loca y sé que sigo siendo loca, nadie nos entiende Sandra, preguntamos cosas muy raras.
Un abrazo
(Necesariamente tenía que ser largo, un desahogo y una reflexión en el aire, por si pasara otra sandra o pedrito) jeje.
Ver también
Jajaja, yo llegué a unas conclusiones uff
Pensé que el general era mi padre, que Dios no vivía en iglesias, y que el colegio era otra concentración de dioses. Yo me sentía la más rara de la tierra y liando algunas de vez en cuando que no me explicaba qué diablos había echo yo cuando sólo quería que me dejaran en paz yo sola al menos, ni me sentía lider ni nada, me encontraba el berenjenal por el camino. Jajajaja
Un beso