estaba a tu lado y soñé contigo, estabas a menos de medio metro de mí, en tu sofá, mirando la tele sin ver nada, yo en el sofá de al lado, con mi mantita, y el sopor se apoderó de mí, sin darme cuenta estaba sumergida en un sueño profundo, tanto que empecé a notar tu presencia sobre mi cuerpo, ligero pero firme, tu olor, tu respiración, tu aliento en mi cara, tus manos acariciandome el pelo a la vez que me besabas tímidamente, como la primera vez...
estaba tan relajada, tan serena, dejándome llevar por las sensaciones que tus caricias me proporcionaban, que creo que todo mi sentido del tacto se adueñó de mi, haciendo que se multiplicaran por mil todas y cada una de las caricias que tus manos fuertes regalaban a mi cuerpo medio dormido... echando la manta hacia atrás descubres mi medio desnudez, una simple camiseta y un culotte, no quiero abrir los ojos, no quiero estropearlo..., dejo que tus manos sigan con su ritual, al que ahora añades tu lengua, bañando mi cuello de saliva, empapando desde mi oreja hasta el hombro, caliente, suave, muerdes mi pecho por encima de la ropa, mordisquitos pequeños para despertarme, pero no abriré los ojos, si lo hago se acaba todo, entonces bajas uno de los tirantes y dejas uno de mis pechos al descubierto, lo acaricias suave, rozandome con la punta del dedo, rodeando mi pezón duro y turgente, acercas tu lengua y lo lames, lo muerdes, ahora tu mano aprieta mas fuerte, mientras la otra eleva mi espalda para acercarme mas a ti. Tiras de la camiseta hacia abajo y la sacas por mis pies, al volver, tu mano derecha recorre mi pierna por el interior, al pasar la rodilla notas como mi muslo aumenta de temperatura, y cada vez más caliente según te vas acercando a mi sexo impaciente, pasando un dedo por encima de mi ropa interior, presionando mi clítorix y bajando entre mis labios, notando la humedad de la excitación que me has provocado, haces a un lado la braguita y tu dedo busca camino, resbalando entre mis piernas,entrando en mí, suspiras..., te gusta notar que me pones a cien y ver que me humedezco te excita, así que retiras mis bragas de un tirón para que nada te moleste. Te acercas a mi boca me besas, acercas tu erección a mí, me susurras al oído- voy a comerte toda!- me encanta que me digas lo que quieres hacer conmigo,- cómeme! y de repente hundes tu cabeza entre mis piernas nerviosas y me das un lametón desde el ano hasta el clítorix, intenso, y tu lengua comienza a rodear mi clítorix, con pequeños círculos alternados co lametones directos,haciéndole crecer y crecer, está sensible, duro, y tu lengua no lo abandona, me empapas, metes dos dedos en mi vagina y los mueves al compás de tu lengua, dentro y fuera, arriba y abajo, tiemblo, gimo más deprisa cada vez,-pídemelo- gitas,-pídemelo!dime lo que quieres!- fóllame! fóllame! haz que me corra!, de un salto te quitas la ropa y de un solo empujón metes tu caliente estaca en mis entrañas, te quedas quieto unos segundos,arqueando la espalda y empujando con tu pelvis, la cabeza atrás, para salir y entrar de nuevo con suavidad,mis ojos no se abren, me gusta imaginarlo, verlo en mi cabeza a la vez que lo veo desde mi sueño, me das la vuelta, de rodillas en el sofá, me inclinas para entrar por detrás, golpeando fuerte contra mis nalgas, me agarras del pelo y levantas mi cuerpo hacia ti, puedo sentir el calor de tu pecho en mi espalda mientras no dejas de entrar y salir de mi, con una mano sujetando mi cabeza y con la otra entre mis piernas, apartándola sólo para humedecer tus dedos en mi boca y volver al trabajo, al excelente trabajo que estás realizando. Cuanto más fuerte empujas más se endurece tu sexo, lo noto dentro, enorme, ardiente, rozándo todas las paredes de mi interior, tu mano incansable sigue tocándome, ahora más rápido, sabes que estoy a punto, -córrete, córrete! y siento como llega, como mis piernas parecen no ser capaces de sujetarme, y entonces muerdes mi cuello y me das duro, me siento como una perra en celo, me corro, me corro mucho, te lo grito- me corro, me encanta ... contigo! Aunque seas tímido te gusta que te hable así, no lo dices pero te excita, tanto que en un par de envestidas más no puedes aguantarlo y descargas toda tu furia dentro de mi, acompañando las contracciones de tu orgasmo con un suspiro exhausto mientras te dejas caer sobre mi espalda...
Lo más excitante es poder contemplarlo todo desde el placer del sueño, como si se tratara de una película en la que tu hombre es el protagonista de uno de los mejores polvos de tu vida y tú la gran bebeficiada de toda la historia.