Hace un año que tengo una aventura con un hombre casado. Es una especie de locura de una película de Almodóvar. El es rumano, está casado y tiene dos niñas, y yo estoy soltera y sin pareja. Le conocí en el lugar en el que trabaja y desde el principio me di cuenta de que le gustaba y que flirteaba conmigo. Jamás hubiera creído que estaba casado por su actitud tan desenvuelta y frívola. Sin embargo, cuando me enteré, no me disgusté demasiado, porque todavía no había pasado nada y creí que no pasaría. Pero un día me cogió por la cintura, me besó y me dijo que se había enamorado de mí. Y desde entonces hasta ahora hemos tenido algunos encuentros amorosos muy apasionados, porque la atracción sexual es enorme. Los dos hemos intentado dejarlo, porque a mí esta situación no me satisface y él tiene mucho miedo de que le descubra su mujer, pero no hemos podido evitar volver a caer. Yo no soy feliz, a pesar de que le quiero, y no porque sepa que nunca va a poder estar conmigo, sino porque soy muy consciente de que aunque fuera libre no podría hacerme feliz. Tanta es la diferencia de caracteres, educación y cultura que hay entre nosotros. Os cuento esto para ver qué opináis y porque necesitaba desahogarme, ya que no se lo he podido contar a nadie.