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Asì empez mi morbo.. descubriendo que mi mujer se acostaba con otros hombres

J
jesse_6269616
30/4/11 a las 10:14

Mi mujer siempre represent perfectamente, en el teatro de la vida, un papel de mujer, madre y esposa ejemplar, su honestidad de mujer (juzgada como persona) nunca origin en el entorno vecinal, social o laboral que nos rodeaba dudas o sospechas sobre su integridad; como madre siempre fue la mujer ejemplar mas abnegada y admirada del barrio; como esposa, era para mi y para una infinidad de conocidos amigos y familiares (aquellos que no tuvieron oportunidad de intimar con ella) una mujer fiel y leal para con su esposo, incansablemente amorosa, trabajadora y hogareña, una suerte de esposa hermosa. bella y sexi que tuve como bendicin en la vida, màs que bendicin, pensè siempre que mi mujer era una tremenda loteria, un premio conyugal mayor que tuve la suerte obtener.. bellìsima, carismàtica, sensual, de aspecto femenino y con un cuerpo tentadoramente sexi, ademàs.... agàrrense ... tenìa un par de erticas, sensibles y hermosìsimas tetas, permanentemente dispuesta al sexo, siempre multi orgàsmica, arrecha, ardiente, osada y divertida en la cama... era todo un bombon.
Siempre pensè que mi adorada mujercita, a pesar de poseer estos sensuales y erticos atributos, se trataba de una esposa que era completamente fiel y leal a su matrimonio.. si.. nunca dudè que mi preciosa mujercita fuera capaz de sacar los pies del plato. Asì, con estas creencias, vivì feliz junto a ella unos diez años u once años.
Creo que al cumplir seis o siete años de casados, una de esas tardes o noches en que haciamos el amor, me invadi un extraño morbo sexual... imaginè que su excitado y ertico cuerpo desnudo cabalgando encima de mi erecto y durìsimo pene (su ardiente sexualidad siempre me provoc un loco y excitado descontrol de comèrmela toda, de hacerle cualquier cosa rica en sus tetas y en su chuchita, hacèrcelo siempre con desbocado sentimiento de lujuria y de excitante morbosidad, empleando intercaladamente dulzura, pasin, fiereza y salvajismo en mis manos, en mi boca, en mis labios, en mi lengua y en mi pene cuando rozaban primero e invadìan despuès las profundas intimidades de su ser.
Esa tarde o esa particular noche, disfrutando sexualmente excitado el cuerpo de mi mujer, viendo en su rostro slo gestos de placer y de lujurìa, viendola morderse con ardor y extrema excitacin sus propios y tentadores labios, viendo sus grandes y proporcionados senos balanceàndose y sintiendolos, por la gracia de sus erectos y rosaditos pezones, rozando sin control, desbocados de placer, frente a mi cara y mi pecho.
Sintiendo lo rico que era comerme a mi mujer, sintiendo en su rostro y en su convulsionado cuerpo lo rico que era tambièn para ella sentir que estaba siendo comida, es màs, sintiendo màs bien que era tragada, manoseada, poseida y penetrada por su hombre, por su macho.
Tan slo en un instante, en medio de nuestra entrega y pasional lujuria, me asalt un extraño y morbosìsimo pensamiento, imaginè que la ardiente y lujuriosa excitacin que sentìa mi mujer en aquellos instantes, no lo estaba generando yo, imaginè que yo no era yo, que era otro hombre, imaginè que mi erecta y dura pinga no era la mìa, que era de aquel hombre imaginario que se estaba tirando a mi mujer a ocultas, sin que yo supiese, veìa con extraño y delicioso placer en como la pinga de otro hombre ( que en realidad era la mìa) hundirse hasta el fondo de la humedecida y excitada vagina de mi mujer, imaginaba que el placer y la lujuria que sentìa mi mujer con las arremetidas del arrecho pene entrando y salìendo de su ardiente chuchita no estaba sintiendolo con su marido, sino que estaba sintièndolo adùltera e infielmente con un amante que consigui en secreto para aprovecharlo sexualmente en mis largas y continuas ausencias que por trabajo estaba obligado a hacer.
Una mezcla de confusin, de celos y de excitante placer sentì imaginar en mi mente la escena infiel de mi mujer.
Sintiendo la misma adùltera fantasìa de imaginar a mi mujer con otro hombre cada vez que le hacìa el amor, luego de algùn tiempo, no pude aguantar de estàr gozàndolo slo yo en secreto, poco a poco le fui introduciendo mi fantasìa, al comienzo renuente termin por entregarse libidinosamente a sus propias y adùlteras fantasìas.
Yo gozaba con ese placer slo cuando le hacìa el amor, cuando no, me resistìa a creer que ella fuese capaz de cometer esa pecadora traicion contra de su esposo, o contra la disgnidad de sus amados y respetados hijos.
Cuando empecè a sospechar, por algunas casi imperceptibles evidencias, me dio un incomprensible ataque de celos, empezè a resbuscar, cada vez que me quedaba slo en el hogar, en los bolsillos de sus prendas de vestir, en sus carteras, en las cajas que tenìa en el closet guardando sus objetos personales, en los cajoncitos de su mesa de noche, dentro de las pàginas de sus libros que tenìa como lectura personal, rebuscaba un dìa y otro y nada de nada.. empecè entonces a hurgar en el cesto de la ropa sucia, examinaba prolijamente las bragas y brasieres que utiliz el dìa anterior, lo hacìa detalladamente recorriendo y oliendo toda la prenda con mucha avidez , pensaba siempre, muy excitado, que en cualquier momento iba a encontrar alguna cosa o algùn rastro que confirmase que mi mujer tenìa en secreto algo con otro hombre.. yo muy excitado no cejaba, una y otra vez, examinar, sintiendo cada vez mas y mas, que la excitada morbosidad que me producìa rebuscar sus cosas con la idea de encontrar alguna prueba que confirme su oculto y bien guardado secreto del pecador adulterio que tantas veces imaginè hacièndolo ( conmigo) desnuda, ardiente y lujuriosa con otro hombre que la gozaba con màs placer de lo que yo la gozaba cuando sentìa que era yo, y no el otro hombre, el que se la tiraba.
Una de esas mañanas, mi perseverante bùsqueda dio sus frutos, halle muy oculto dentro de su billetera, la nota ertica y romàntica que le habìa enviado el hijo de nuestra vecina, su contenido no me dejaba dudas de que mi esposa y aquel muchachito vivìan una adùltera aventura a mis espaldas.
Encontràndose ella sola en las mañanas, casi de rutina entre las 8.00 am y las 2.00 pm, yo en el trabajo y mis hijos en el colegio... el joven vecino de al lado sin hacer nada, igual que mi mujer todas las mañanas, habiendolos descubierto, sin que pensase inocentemente nada malo, como se hablaban y jugueteaban entre ellos con cierta dosis de sutil picardìa y doble sentido, en realidad existìa una secreta e imperceptible atraccin entre ellos al que nunca le di importancia y mucho menos querer aceptarlo... la imaginaba acostàndose con hombres recios y maduros hacièndola sentirse mujer, hembra entregàndose a un macho fuerte y recio acaparàndola sexual y anìmicamente todo el ser.
Nunca imaginè que ese chiquillo de 19 años (mi mujer tenìa en ese entonces 42) se la pudiese comer rico, que fuese macho capaz de poseerla como hembra.. no, jamàs lo imaginè.. sin embargo, allì estaba las evidencia, ese joven muchacho era quien se estaba tirando rico y seguido a mi mujer .. y todavìa en nuestra propia casa.
Inste despuès de que encontrè aquella reveladora nota, sentì una extraña mezcla de confusin y de estupor, en medio de aquella morbosa desolacin sentì que mi pene se encontraba màs duro y erecto que nunca, sentì que la excitacin que tenìa y que trataba de no reconocerla me estab desbordando, sentìa que mi verga estaba a punto de estallar.. me dirigì con la nota en la mano hacia la cama de mi mujer, me desabrochè la bragueta del pantaln, emergi grande y potente como nunca antes lo habìa sentido llegar.. con una mano sosteniendo y leyendo la nota y con la otra dàndome un morbosìsimo pajazo pensando en lo rico que ese chico se ha cachado un sin fin de veces a mi mujercita, lo rico que habrà sentido en su pinga cada vez que mi mujer se la ha mamado, que rico placer habrà sentido gozar de la ardiente excitacin y morbosa sexualidad de mi mujer, de sus gemidos y de sus multiples y excitantes orgasmos,
Luego de descubrir la infidelidad de mi mujer con el vecinito, silenciosamente cornudo, comencè a investigarla, siempre morbosamente excitado de ir descubrièndole màs sus secretas y adùlteras aventuras con las que ma habìa vuelto, hacia muchìsimo tiempo, sin que yo lo supiese, en un cojudo y enorme cornudote, descubrì como ella, en las oportunidades que le brindaba mis constantes ausencias por viajes de trabajo, ella se acost varias veces con mi mejor amigo, tambièn tuvo como amante, durante mucho tiempo, al esposo de una de sus mejores amigas, Por lo menos, secretamente, he descubierto que ella me ha sido infiel con al menos diez hombres de nuestro entorno... y yo gozo hasta los lìmites que el placer y la excitacin morbosa me produce saber que mi mujer, mi linda y encantadora mujercita ha sido desnuda y ardiente el furioso y salvaje goce de otros hombres, placer que se multiplica por tres, sabiendo que esa mujer casada y con hijos es nada menos que mi decente y ejemplar esposa, aquella que siempre creì haber tenido la fortuna de ganarme como el premio mayor de una loterìa.

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