"algo excitante que quiero compartir" 2 parte el lugar prohibido
Como recordarán de la primera parte de este relato, una de las amigas le mintió al Director diciéndole que era virgen, el Director al penetrarla se dio cuenta de inmediato que le había mentido, y ella finalmente le confesó que había tenido un amante antes de entrar al internado. Así que el Director le ordenó darse vuelta y agacharse, le dio unos cuantos azotes en las nalgas y le comenzó a acariciar el hoyuelo trasero con una crema, preparándola para aplicarle un castigo especial por mentirosa. La chica temblaba entera con las voluptuosas caricias Mientras tanto, la otra chica se había quedado escondida detrás de unas cortinas mirando lo que el Director le iba a hacer a su amigui, y también temblaba con una extraña mezcla de excitación y miedo
Justo en esta parte del relato, se interrumpía la narración y el libro tenía insertadas una larga serie de fotografías impactantes, a doble página, de alta resolución y a todo color.
En la primera fotografía, aparecía una chica realmente preciosa, muy nórdica, rubia y de ojos azules, totalmente desnuda, agachada sobre la cama, abrazada a una almohada y mirando para atrás, con los ojos llorosos, mordiéndose los labios y con carita de susto. Detrás de ella estaba un tipo mayor, moreno y canoso, con pinta atlética, completamente desnudo, con cara de sádico y malvado, sosteniendo un frasco abierto en la mano izquierda, y con la mano derecha en el culito de la chica, con los dedos introducidos entre las perfectas nalgas, poniéndole crema en el ano, y con un pene de un tamaño descomunal (ó al menos así me pareció, comparado con el mío a mis doce años), completamente erecto, apuntando amenazante al culito de la colegiala pecadora. Al fondo, se veía a la otra colegiala, también rubia y muy bonita, que se asomaba detrás de unas cortinas, mirando asustada y mordiéndose los labios
En la segunda fotografía, la chica estaba abrazándose a la almohada con los ojos cerrados, mientras el hombre le estaba separando las nalgas con los dedos de su mano izquierda, y con la mano derecha acercaba la punta de aquel pene enorme, hasta tocarle el orificio prohibido
En la tercera fotografía, el hombre tenía a la chica tomada con fuerza de las caderas, y se veía cómo la punta comenzaba a entrar en el pequeño orificio, la chica aferraba y mordía con desesperación la almohada, mientras la otra chica al fondo parece decir Ooohhh al ver cómo el Director penetraba lentamente a su amiga por el ano
En las siguientes fotografías, la secuencia continuaba, el Director siempre con sus manos en las caderas de la chica, y ella aparecía en algunas fotos rasguñando las sábanas, mordiendo desesperadamente la almohada ó mordiéndose los labios, en otras con la cabeza hundida en la almohada y las manitos empuñadas, ó mirando apasionadamente hacia atrás a su verdugo, haciendo un puchero, ó con la boquita entreabierta y los labios torcidos en una extraña mueca de placer, sufriendo pero aparentemente también gozando intensamente con esa penetración voluptuosa y depravada, mientras el enorme pene, implacable, en cada fotografía entraba más y más profundo, hasta la última foto, en la que lo tiene clavado hasta el fondo
En todas las fotografías aparecía también la amiguita mirando desde detrás de las cortinas, poniendo las mismas caritas que su amiga, mordiéndose los labios y las uñas y apretando las cortinas con sus manitos, casi como si la hubieran estado penetrando por el ano también a ella
El libro continuaba con el relato detallado de lo que iba sucediendo en las fotografías, y contaba que el Director castigó a la colegiala pecadora penetrándola lentamente por el ano una y otra vez hasta el fondo, hasta que sintió cómo ella se estremecía con un violento orgasmo, y finalmente alcanzó su propio orgasmo con el miembro clavado entero en el orificio trasero de la rubia colegiala, y ella se convulsionó de placer al sentirse invadida por los interminables chorros del líquido caliente
El libro también contaba que el Director pilló a la otra colegiala que había estado espiando detrás de las cortinas, y le ordenó volver al otro día para aplicarle el mismo castigo, por curiosa y desobediente.
Entretanto, la Superiora, que era una profe bastante joven y buenamoza, le había pedido al Director ver uno de estos castigos especiales. Ella sentía curiosidad, porque era virgen por detrás. Había escuchado muchas historias del castigo especial, y lo había deseado muchas veces en sus fantasías, pero nunca se había atrevido a someterse al miembro viril por la entrada prohibida. Y nunca había presenciado el voluptuoso acto prohibido en vivo. La oportunidad era propicia, así que el Director la invitó a que viera el castigo de la otra colegiala. La Superiora se escondió detrás de las cortinas, y vió cómo la colegiala era sometida y penetrada sádicamente por el ano. Los quejidos y gemidos de la chica la excitaron tanto, que sentía que se le abría el ano como si se lo estuvieran haciendo a ella, y después que la colegiala se fué, no pudo resistir las caricias del Director en su ano virgen, y terminó entregándose lascivamente a él, que la forzó a agacharse, le levantó la coqueta falda, le bajó los calzones, le lubricó el ano con la misma crema que había usado con la novicia, y la penetró lenta y libidinosamente por el estrecho y virgen orificio, hasta hacerla perder el control y casi desmayarse de placer
Obviamente, este capítulo iba acompañado del mismo tipo de fotografías a todo color del capítulo anterior, de modo que los chicos del barrio pudimos ver, con lujo de detalles, cómo el Director sodomizaba a la segunda colegiala y a la Superiora, después de haber sodomizado a la primera chica.
La Superiora en las fotos era una rubia espectacular, con la misma pinta de Sueca ó Danesa que las colegialas, pero bastante mayor que las otras chicas. A mis doce años me pareció que era mucho más vieja que las otras chicas, pero ahora pienso que no debe haber tenido más de unos 25 años.
Pero esto no terminaba aquí. Había al menos tres ó cuatro capítulos adicionales con las mismas chicas, otras colegialas y la Superiora siendo sometidas nuevamente por el Director a las delicias del más erótico y voluptuoso acto sexual, y las chicas parecían gozar y disfrutar cada segundo
Finalmente, en el último capítulo del libro, estaba la sesión más sádica y depravada de todas (¡como si los anteriores capítulos no hubiesen sido suficientemente eróticos y voluptuosos!).
Según la narración, la Superiora, después de perder la virginidad anal con el Director, se había hecho adicta a los placeres del orificio prohibido (y no sólo ella, sino también todas las chicas, a juzgar por las caritas de placer en las fotos), y en secreto deseaba ser sometida a la experiencia y el placer anal más extremo posible, dados los recursos de que disponían. Le confesó su deseo al Director, y éste aprobó una sesión de penitencia especial de fin de año.
La Superiora eligió a varias chicas para ser sometidas a esta penitencia especial de fin de año. Y las primeras elegidas fueron, por supuesto, las dos chicas del principio. La penitencia consistía en que un hombre de raza negra (que de vez en cuando iba al internado a hacer arreglos eléctricos u otros), después de lubricarle bien el ano a todas y lubricarse el pene completo hasta la base, sodomizaba primero a la Superiora, mientras las colegialas observaban y ayudaban al negro a sujetarla para que no se pudiera mover ni escapar.
Después de ver cómo gruesas gotas de transpiración le corrían por la cara a la Superiora, que temblaba descontroladamente entre gemidos agónicos mientras el negro la penetraba por el ano milímetro a milímetro hasta el fondo, y verla acabar con la boca torcida en una grotesca mueca de placer excitadas al máximo, las mismas colegialas se turnaban, y el negro las penetraba por el ano una a una, mientras las otras y la Superiora sujetaban firmemente a la víctima de turno para que no tratara de escapar. Así, a todas les tocaba ser víctimas pero también ayudantes del verdugo. Y todas terminaron acabando igual que la Superiora, empapadas de transpiración, mordiendo y rasguñando desesperadamente las sábanas
Por supuesto, toda la penitencia especial de fin de año estaba documentada con el mismo tipo de fotografías a todo color de los capítulos anteriores. Ni qué decir el tamaño del pene que tenía el negro, si yo encontraba que el mío era una miniatura en comparación con el del Director, ¡el del negro hacía que el Director pareciera un niño de 12 años!
Obviamente, después de leer ese libro muchas veces hasta saberlo de memoria, y sobre todo después de mirar tantas veces esas fotografías a todo color, pese a mi corta edad se despertó definitivamente mi interés sexual por la colita de las chicas, y comencé a mirarlas con otros ojos, especialmente por detrás Había aprendido muy bien toda la teoría, ahora sólo faltaba ponerla en práctica y la oportunidad no tardaría en llegar
Continuará
Ver también
Ahi va la 2 parte
ahi esta para los que la pidieron ah y recuerde ah espero sus comentarios para continuar