En respuesta a bieito_5696963
Qué tal chicas, voy al grano con la vivencia.
Hace unos ocho meses salí un tiempo corto con un chico muy lindo y tal. Yo en ese momento pesaba unos 90 kilos, lo cual pareció no importarle al principio (mido 1,70 para que se den una idea de mi contextura). Resulta que yo me enamoré enseguida, gran error. Apenas logró llevarme a la cama, dejó de prestarme atención. Luego me di cuenta de que cuando salíamos siempre me llevaba al hotel y ya. Nada de caminar por el parque, ni a la esquina. Varias veces yo lo invité a pasear pero no hubo caso. Finalmente cuando me di cuenta de que se avergonzaba de mi le dejé de hablar y él lo mismo hizo. Nunca pude entender su accionar ya que 90 kilos no es una obesidad morbida, pero él es atlético y quizás pretendía una chica de catálogo. Un mes después por problemas de salud, sumados a mis ganas de cambiar y gracias a una amiga comencé una rutina de ejercicios y alimentacion con la cual ya voy bajando 15 kilos . En fin, que el tipo vio una foto mía en instagram y ahora resulta que me ve guapa, y me invita a salir a un restaurante, cosa que no se dignó en hacer antes. Lo mandé a volar. Este post no es para pedir un consejo, sino para describir mi indignación y asco hacia una persona que no valoró mi cariño, mis sentimientos, mi educación, que no reparó en que soy más que un cuerpo, porque gorda o flaca, sigo siendo igual. Chicas, somos bellas por dentro y por fuera. Y a ti niño bonito, que te jodan.
A mí me pasó algo similar... estuve saliendo con un chico que también se avergonzaba de mí por mi peso pese a no tener tampoco una obesidad morbida. Me dejaba y al poco volvía a buscarme, una y otra vez... se me caía el mundo vez que se alejaba. Él siempre quería mantener nuestra relación en secreto, no salíamos por la calle juntos, siempre venía él a mi casa y allí nos quedábamos. Y yo se lo permitía.
Finalmente nos separamos, él empezó a conocer a otras mujeres con físicos de ensueño de las que no paraba de presumir en redes sociales. Eso hizo un clic en mi cabeza y me propuse convertirme en una de ellas para recuperarlo... y así pasó, bajé de peso y no tuve ni que buscarlo, ya lo hizo él.
Quedamos y me invitó a salir a cenar. ¡No me lo creía! Pero mira lo que son las cosas... esta vez la que se sentía incómoda fui yo, no paraba de pensar en el daño que me había hecho por una simple apariencia, y lo tonta que estaba siendo por estar allí sentada con él después de todo. Aguanté hasta el final, y cuando me acompañó a casa, después de intentar besarme... me di el lujo de rechazarle.
¡Algunos no son más tontos porque no se entrenan! Que aprendan a valorar.
