Agradecido

Sé perfectamente en qué me he convertido, no obstante os agradezco que me lo recordéis. Especialmente agradezco a las psicólogas de este foro sus bienintencionados esfuerzos para diagnosticar mi abominable enfermedad. Para facilitar su encomiable labor les ofrezco un resumen de mi historial clínico
Yo era un joven tímido, solo me desenvolvía con cierta soltura en mis estudios y en mis deportes, por eso, las pocas veces que salía con mis amigos de discotecas, nunca intentaba ligar, jamás tomaba la iniciativa de dirigirme a una mujer, pero siempre me encontraba rodeado de varias que, con diversos pretextos, pretendían relacionarse conmigo. Inicié varias relaciones, especialmente con compañeras de universidad, pero duraron poco, no tardaba en darme cuenta de que no podía sentir amor de verdad por ellas y procuraba abortar la relación de la forma menos traumática posible. A veces la cosa acababa en dolorosos llantos de ellas, entonces yo me sentía culpable, me refugiaba en los estudios y el deporte y procuraba no relacionarme durante meses.
Llegué a pensar que nunca encontraría la mujer de mi vida.
Entonces, envuelta en un torbellino de raras casualidades, apareció ella y todo se esfumó a mi alrededor. No podría describir lo que sentí, no existía nada más, ella estaba ahí, frente a mí, con todo el universo contenido en los ojos. Me costaba creer que existiera y más aún que me amara. Nuestro primer abrazo nos fundió definitivamente en un solo ser y nos comprometimos, no solo para siempre sino que también desde siempre. Sentíamos estar hechos el uno para el otro desde el albor del tiempo.
Mi familia no la aceptó en principio, ella pertenecía a una clase socio-económica inferior y nisiquiera tenía estudios secundarios. Yo me enfrenté a mi familia, era como si no les gustase mi corazón y pretendieran extirparlo, les dejé claro de una forma inequívoca que estaba dispuesto a cualquier cosa, pronto accedieron a aceptarla. Tras un feliz noviazgo nos casamos e hicimos un largo viaje por diversos países exóticos, nada rivalizaba con la luz de sus ojos, con el calor de su cuerpo, con la textura de su piel, Cuando ascendió a la categoría de madre hubiera querido amarla más pero era imposible, ya la amaba todo cuanto amarse puede.
El sexo con ella era la más alta magia, la gloria de fundirse dos cuerpos en uno solo, de convertir dos almas en un espíritu único e infinito. Yo podía sentir cómo los latidos de su corazón impulsaban mi sangre, tenía la certeza de que si ese corazón dejase de latir yo moriría en el acto. ¿Pueden imaginarlo ustedes, mis querida psicólogas? Mi placer estaba contenido en el suyo, mi lengua conocía y atesoraba el sabor de todos y cada uno de sus poros, su dulcísimo entraña era el único paraíso posible para mi pene ávido de sus jugos y de su calor, cuando eyaculaba sobre sus pechos los masajeaba hasta que su tersa piel absorbía el esperma por que quería que algo de mi estuviera siempre en su interior, cuando eyaculaba en su boca nos fundíamos en un largo beso blanco, cuando eyaculaba en su vagina nos quedábamos quietos largo rato, sintiendo cómo la sangre se redistribuía poco a poco y se encalmaba, después, ya exhaustos, yo me perdía en el mar transparente y profundo de sus ojos azules y ella contemplaba arrobada los míos que son verdes si es que la tristeza no los ha vuelto grises. Luego, abrazados, nos dábamos al sueño hasta que despertábamos, más abrazados todavía.
Si ustedes hubieran tenido todo esto y lo hubieran perdido, mis queridas psicólogas ¿en qué piensan que se convertirían?,¿qué psiquiatra creen que pudiera curarlas?
Pensé que ella era mía, toda mía y solo mía por que yo era íntegramente suyo. Me equivoqué.
Puede que yo sea un monstruo, puede que esté podrido como ustedes afirman pero no estoy loco, si alguna vez lo estuve fue cuando gocé la alucinación de creer en un ser inexistente, en una mujer capaz de amar como yo amo, Ahora se que no existe, ni ha existido ni puede existir una mujer así.
Por otra parte pienso que es bueno que existan estas fiestas que ofrecen la posibilidad de que sepamos cómo son realmente las mujeres, de lo contrario podríamos vivir toda la vida felices pero alucinados, locos, engañados
Mis máximos respetos para las prostitutas, mártires del sexo sin amor, que tienen la suprema decencia de no engañar a nadie.