Vivir implica atravesar una sucesión de crisis y su resolución. La vida en pareja no está exenta de crisis y no tienen un día de aparición, son producto de los desencuentros, de cambios unilaterales en los acuerdos iniciales de la pareja, de la incorporación de cambios como la maternidad o la paternidad que movilizan sentimientos muy arcaicos o de las mismas crisis individuales que desembocan en la pareja.