La mayoria de las veces expresamos gratitud cuando una persona nos regala o nos entrega algo, respondemos con amabilidad y educación, pero pocas veces estamos abiertos en nuestro interior para recibir lo que nos han dado y poder disfrutarlo sin sentirnos culpables o en deuda con esa persona. ¡Piensa en esto!
El arte de recibir va mas allá de la educación y de la cortesía, implica aceptar en lo profundo de nuestro ser que merecemos lo que nos entregan y que podemos realmente disfrutar de ello sin sentirnos en la obligación moral de devolverlo o agradecerlo exageradamente al momento de recibirlo, para que la otra persona sepa lo que sentimos. Abrirnos a recibir, implica que no fijamos nuestra atención en el valor o en el envoltorio que tiene el regalo esencial o material que nos han dado, por el contrario, abrimos los ojos del corazón a través de nuestra sensibilidad para reconocer y disfrutar de los sentimientos que contiene el objeto o el detalle, además de rescatar el significado que tiene para cada uno de nosotros. Es importante saber dar y también saber recibir, porque de esta manera completamos el círculo que abrimos cada vez que nos relacionamos con otra persona.
Cuando tienes problemas para recibir, piensas o dices frases como éstas: ¡Huy, qué pena me da!, ¡es demasiado para mí!, y ahora ¿cómo se lo devuelvo?, siento que no me lo merezco, ¿qué esperará a cambio? No, de ninguna manera, yo te pago... o simplemente lo aceptas pero no lo disfrutas porque te sientes atormentado para hacerlo. Tal vez necesites revisar el valor que te das a ti mismo como persona o el valor que le concedes a lo que haces o entregas a los demás. Cuando tenemos una estima bajita, nos cuesta trabajo recibir todo lo bueno que nos da el universo, inclusive tenemos la tendencia a menospreciar o a desvalorizar nuestro trabajo o servicio ante la incapacidad de asumirlo con conciencia, tranquilidad y humildad.
Hasta para disfrutar de los pequeños regalos y de las bendiciones que nos da la vida cada día, tenemos que aquietar nuestros pensamientos y conectarnos con el corazón. Sólo así, podremos volver a disfrutar de una puesta de sol o de un amanecer, del abrazo cálido y amoroso de un ser querido, de la primera flor, del olor de la lluvia, de la ayuda solidaria y desinteresada de un desconocido, de la sonrisa amable de una persona, de la inspiración que toca nuestra vida para darnos una idea brillante o la solución a un problema. Sólo así podremos disfrutar del reconocimiento que nos hacen algunas personas con sus gestos, palabras amables, detalles, acciones o regalos en un momento dado.
¡Te lo mereces! Estoy segura de que has realizado una buena labor ahí, donde la vida te ha colocado y es por eso que ahora recibes lo que has sembrado a cambio. La próxima vez que digas gracias... ¡Respira profundo y acéptalo sin justificarte!
Claves para recibir
Valora lo que das. La mayoría de las veces eres tú quien le quita el valor al trabajo o al servicio que realizas. Aprende a reconocer la importancia de lo que das y dedícate a compartirlo con amor, excelencia, responsabilidad y entrega.
Cambia las ideas negativas que tienes acerca de ti mismo. Aquellas frases hirientes o descalificadoras que escuchaste muchas veces cuando fuiste pequeño, hicieron que crecieras con una autoestima pobre. Por esa razón, te sugiero que trabajes en el reconocimiento de tus cualidades y del esfuerzo que realizas cada día para dar lo mejor de ti mismo a los demás. Eres una persona especial y mereces recibir cosas buenas.
No te sientas obligado a pagar por lo que recibes. Nuestras relaciones con los demás se mantienen basadas en un intercambio constante de palabras, gestos, acciones y detalles. Dar por obligación o por deber, le resta a ese intercambio la autenticidad, la espontaneidad y la belleza que encierra, por esta razón es muy importante que te muestres agradecido al momento de recibir, pero que elijas cualquier otra oportunidad para continuar aportando a esa relación lo mejor de tus sentimientos y pensamientos.
Tómate un momento para disfrutar. Haz un alto en tu rutina acelerada y disfruta del regalo que acabas de recibir. Hace algún tiempo yo comencé una práctica sencilla que me ha permitido disfrutar y alimentar mi espíritu. Cada vez que estoy en presencia de un regalo o de una bendición esencial, lo observo en detalle, sonrío, lo acepto, cierro los ojos por un minuto y respiro imaginando que ese beneficio llena mi corazón, serena mi mente y alimenta mi espíritu. Luego abro los ojos y agradezco.