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Follándome a una porno-star

Última respuesta: 17 de julio de 2011 a las 20:43
A
adi_9383791
17/7/11 a las 12:07

Podeis leer este relato y muchos otros en mi blog http://ratsycon.blogspot.com
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A veces ocurren cosas. Una vez cada millón de años, los planetas se alinean de modo singular haciendo que todo sea posible. O quizás sólo se trate de pura coincidencia. Pero sea como sea, ese día la suerte te sonríe haciéndote alcanzar aquello que, de otro modo, sería imposible.

Tenía una mañana tonta y me fui al centro comercial. Lo hago a menudo. A veces encuentro inspiración para pasarme el resto del día escribiendo, y otras veces, bueno, pues es una mañana perdida. Me encontraba vagando por la tercera planta, la de decoración y menaje, todo para el hogar y, al pasar al lado del ascensor vi a una chica que tenia problemas con su carrito. Ella cargaba una gran pila de cosas sobre sus brazos y, desde dentro del ascensor intentaba meter el susodicho carro, que también iba lleno a más no poder. Para colmo, al condenado e infernal artefacto con ruedas, se le había girado una de ellas yéndose a encajar en el huequecillo entre el piso y el suelo del ascensor. Ella tiraba y tiraba con su mano libre, mientras las puertas se cerraban, tropezaban en el carrito y se volvían a abrir.

- Espera que ya te lo meto yo hasta dentro de un empujón solté, sin reparar muy bien en lo que decía.

Ella soltó una pequeña carcajada, el carro entró y yo me di cuenta del doble sentido no intencionado que contenían mis palabras. Me ruboricé un poco, hice un par de aspavientos intentando disculparme y farfullé algo ininteligible. Entonces, mientras las puertas se cerraban, tropezaban en mí y se volvían a abrir, reparé en quien era aquella chica en apuros a la que le acababa de soltar semejante barrabasada. Pelo oscuro, con mechas rubias, ojos marrones y cara aniñada, unos pechos redonditos y tremendamente bien colocados, vientre plano, caderas sensuales, trasero firme ¡era Lydia Dark, mi actriz porno favorita!

- Oh mi salvador Gracias, caballero andante. ¿Siempre vais por ahí ayudando a las damiselas en apuros? preguntó con una sonrisa coqueta - ¿Y que decíais que me ibais a meter hasta dentro de un empujón?

Se rió a mandíbula partida, y yo con ella.

- Te juro que no fue intencionadamente, no me di cuenta de quien eras hasta que casi me aplastan las puertas del ascensor.

El montacargas intentó cerrarse por millonésima vez y volvió a abrirse al encontrar un obstáculo en el umbral.

- Anda, entra, o seguro que las puertas acaban pillándote y te espachurran, por acosar a las chicas en los ascensores Jajaja. No te preocupes, me pareció un saludo ingenioso. Normalmente cuando me encuentro con algún fan las cosas suelen ser menos divertidas. Se quedan con cara de idiotas sin dejar de mirarme las tetas, sólo dicen babosadas y se creen que les voy a dejar que me rompan el culo en el piso de su madre. Por cierto, ¿como te llamas?

- Soy Scotty Sinclair, escritor. Me gusta vagabundear por el centro comercial en busca de inspiración. nos dimos dos besos.

- Bueno, aunque ya lo sabes, soy Lydia Dark, actriz porno. Me gusta vagabundear por zonas públicas, en busca de tíos que hagan algo más interesante que poner cara de besugo y decir que me quieren romper el culo en la mini-cama de su maloliente habitación. Si están de buen ver y me proponen algo interesante, no me importa darles lo suyo. ¡Ah! y no necesito nada de todo lo que llevo aquí Jajaja.

La sangre se me subió de golpe a la cabeza, pero no a la de pensar sino a la otra y no me apeteció quedarme callado y desperdiciar aquella oportunidad. Me tiré a la piscina:

- Yo tengo el coche en el parking subterráneo. Esta recién lavado y el capó está limpio y reluciente. Además, a esta hora pasa bastante gente por allí.

Me miró de forma pícara, entornando los ojos, apretó los labios formando un punto y sonrío. Luego pulsó el botón del aparcamiento y el ascensor empezó a descender con un suave silbido.

El viaje duró un larguísimo e interminable segundo, con los dos completamente en silencio y mirándonos de reojo, mientras nuestros brazos se rozaban mínimamente; el aire de la diminuta estancia podría haberse cortado con un cuchillo. Cuando llegamos abajo y las puertas se abrieron, la tomé rápidamente de la mano y eché a correr tirando de ella.

La cogí en brazos y la senté con delicadeza sobre el capó de mi coche. Acerqué mis labios a los suyos y la besé con dulzura, primero un intenso piquito, luego mordisqueando su labio inferior y después dejando que mi lengua se internara en su boca para enroscarse con la suya. Mis manos se situaron a ambos lados de su cintura, acariciándosela y calándose por debajo de su ajuntadísimo top rojo. No perdí ni un solo segundo y se lo quité, dejando al aire un suave sujetador negro, completamente liso y con cierre frontal, que mantenía sus pechos bien erguidos y casi saliéndose. Los agarré con ambas manos y los masajeé, despacio y tímidamente al principio, con ansia y furor unos segundos después. Retiré el sostén y se los besé, mientras ella jugueteaba con mi pelo. Mi lengua los lamió enteros y disfruté chupando sus pezones atravesados por sendos piercings.

- Dios Esto es increíble Estoy a punto de tirarme a Lydia Dark -murmuré

- Jajaja, ¿estás seguro de que eres tú el q se va a ... a alguien? ¿No sería más apropiado decir que vas a ser follado por Lydia Dark? me susurró al oído, fingiendo un tono y un gesto amenazantes.

Mis manos se escurrieron hacia sus piernas mientras continuábamos besándonos. Apreté sus firmes nalgas y froté su entrepierna con avaricia. Empecé a desabrochar aquellos fabulosos legins, que tan bien le quedaban.

- No te quedes conmigo, Lydia. Leí por algún lado que Lydia Dark prefiere ser follada que ... Y que le encanta que se lo hagan bien fuerte

- Jajaja. Bueno, por lo menos sabes algo de mí

Sus manos acariciaban mi paquete y no tardaron en deshacerse de toda la tela que envolvía mi duro miembro. Se contentó con juguetear con él entre sus dedos mientras yo acababa de retirarle sus ceñidos pantalones, bajo los que comprobé que no llevaba nada. Eso me puso más todavía. Acaricié su húmedo y cálido sexo, masajeándolo en círculos con mis falanges y dejando que se colaran las yemas de mis dedos poco a poco entre sus labios.

Coloqué mi pene en su entrada y se la froté un poco, dejando que se me empapara de su ligero flujo. Ella emitía suaves gemidos mientras mi órgano empezaba a abrirse paso a través de su vagina. Se echó hacia atrás, quedando tumbada frente a mi, mirándome a los ojos, de esa forma tan sexy que yo había visto miles de veces en sus videos. Pero ahora me miraba de verdad

El falo entró por completo y lo dejé así un instante. Lydia apretó y aflojó varias veces los músculos de su vagina, haciéndome gozar como nunca. Miré a mi alrededor por primera vez y vi a la gente pasando apresurada por el parking, fingiendo no vernos. Alguno echaba miradas furtivas, quizás temiendo ser descubierto. Otros miraban varias veces, como intentando asegurarse de que sus ojos no les engañaban a la primera o pensando si aquello sería algún tipo de cámara oculta. A ella parecían gustarle todos aquellos ojos mirándola. Empecé a empujar despacio, mi acompañante entrecerró los ojos, disfrutando de la agradable fricción. Puso sus piernas rodeando mi cintura cuando subí a la segunda marcha, haciendo que aquello fuera un poco mas rápido y que su respiración se acelerara, intercalando algún que otro sonoro jadeo. Me incliné hacia delante y aumenté la intensidad, haciendo que sus preciosos pechos bailaran sobre ella como dos flanes sobre una mesa que se mueve. Me acerqué y los saboree de nuevo, dejando que mi lengua los rodease y que mis labios los sorbiesen. Recorrí todo su cuerpo con mis dedos y apreté con fuerza sus nalgas, disfrutando de su tacto y empujándolas hacia mí con cada nueva embestida. La besé mientras mis movimientos pélvicos cambiaban de rápidos e intensos a salvajes. La cabeza de mi miembro parecía buscar el fin de su placentero túnel con cada empujón, y la fuerza de mi cadera quería hacer que se clavase al llegar allí. Sus jadeos se tornaron en gritos desesperados y yo me apoyé con ambas manos sobre el coche, para poder hacer más fuerza. Mi cara estaba sobre la suya, mis labios, a milímetros de los suyos, y podía observar sus ojos fuertemente cerrados y su boca contraída en un gesto de enorme e intenso placer. Apreté los dientes y seguí empujando para complacer a aquella dama, esa diosa de perfecto cuerpo a la que posiblemente nunca volvería a tener frente a mí. Sin perder el compás, coloque sus piernas sobre mis hombros y aproveché para volver a palpar sus glúteos proporcionados y sus piernas suaves.

El coche se movía y Lydia gritaba, soltando juramento tras juramento. Yo sudaba y notaba como me ardía la piel y me palpitaba el pene. Ahora acompañaba mis movimientos con sus caderas, oponiendo algo de fuerza a mis envites y apretando su vagina con fuerza. Todo ello estaba dando lugar a un polvo infernalmente salvaje y placentero, donde cada nuevo golpe significaba un esfuerzo titánico y una delicia sin igual. Y ella se corrió. Arqueó su espalda, contrajo todo su cuerpo, apretando hasta el ultimo de sus músculos, cerrando con ímpetu los puños y los ojos y manteniendo su boca entreabierta en una preciosa sonrisa. Para, segundos después, aflojar toda esa tensión en un espectacular alarido mientras abría de nuevo los parpados y relajaba su cuerpo de golpe.

- No pares, sigue, sigue, sigue me jadeó

Seguí empujando mi pene por aquella tubería repleta de liquido, mientras su gesto volvía a convulsionarse y sus ojos se ponían en blanco. Hiperventiló de forma ruidosa, como un toro, y se retorció debajo de mí. Se tranquilizó de nuevo, quedándose inmóvil y mirándome de una forma en que nadie me había mirado nunca: sexy, desafiante, agradecida, complacida, violenta, simpática, divertida que se yo. Me habría gustado estar así toda la mañana, pero cuando uno folla tiene tendencia a correrse, y si aun por encima es con una preciosidad como aquella y de esa forma pues lo de eyacular acaba siendo inevitable.

Retiré mi pene de su orificio y lo sacudí. Un primer disparo a presión alcanzó uno de sus pechos. Otro, con menos fuerza cayó sobre mi mano, escurriéndose hasta su vientre perfecto. El siguiente fue un cañonazo espeso y pesado que se quedó a medio camino, en la zona de las costillas. Otro más intenso llenó su ombligo. Y otro acertó en uno de sus pezones. Puedo juraros que nunca me había corrido de una forma tan abundante, dejándole un buen charco en el abdomen y varios regueros espesos por aquellas magnificas tetas. Me acerqué y la besé de nuevo con intensidad, acariciando sus hombros y su pelo. Esa mujer era preciosa.

- Buen polvo Scotty. No me equivoqué al escoger



Nunca volví a verla, en persona quiero decir. Y eso que sigo yendo habitualmente por el centro comercial, con la esperanza de que mi día de suerte se repita de nuevo. Pero ya dijo alguien que las cosas buenas pasan solo una vez

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Saludos!!!
Scotty

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D
diallo_9787821
17/7/11 a las 20:27

Me gusto tu relato
andresfelipe1956@hotmail.com

A
adi_9383791
17/7/11 a las 20:43
En respuesta a diallo_9787821

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andresfelipe1956@hotmail.com

Gracias moni2765
Gracias por tu respuesta y por leerme moni2765. Me alegro q te haya gustado. Pásate por mi blog y puedes leer más

Un Saludo!!
Scotty

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